Voluntarios en las carreras
El colmo del “caradurismo” (en algunos casos)
Imagina que tienes una empresa que se dedica a la confección de elementos decorativos para el hogar en tela (cortinas, manteles, fundas de sofá, servilletas, alfombras,…).
En esta empresa tienes contratadas a varias personas que se dedican a las tareas administrativas (facturas, personal,…), comerciales y evidentemente las propias de producción de los elementos que después vendes.
Nadie pone en duda que TODA esta gente está trabajando por un sueldo, asegurada y en las condiciones laborales que marca la legislación.
Es evidente que todo esto tiene un coste para ti como empresario que deberás descontar de la facturación y que, juntamente con los otros costes fijos y variables de la empresa, te permitirán cuadrar el balance de ingresos/gastos. De lo que quede y de lo eficiente que seas a nivel financiero, productivo y logístico dependerán tus ganancias.
Expuesta así rápida y simplemente la situación, ¿te imaginas publicar un anuncio en prensa, televisión y radio pidiendo voluntarios para que vinieran a trabajar para ti? Del rollo… ¡Ven y vive la experiencia increíble de confeccionar las mejores cortinas y fundas para sofá! ¡Disfrutarás de un ambiente de trabajo espectacular! ¡Los consumidores te lo van a agradecer como nunca!
No, ¿verdad?
Pues esto es lo que está pasando en muchas carreras.
Sin embargo, antes que muchos se me tiren a la yugular, dejad que haga una distinción clara al respecto. El ánimo de lucro delimita, a mi parecer, lo que justifica pedir voluntarios o no para la organización de un evento.
Con la eclosión de todo tipo de competiciones deportivas ha habido una profesionalización en la organización de las carreras. Por ello, hemos pasado de instituciones y entidades que no tenían ánimo de lucro a empresas legalmente establecidas que tienen por objetivo prestar un servicio a cambio de una remuneración económica.
Vaya por delante que NO ESTOY EN CONTRA de estas organizaciones empresariales. Al contrario. Soy un cliente habitual. Me aseguran una calidad en el evento y una serie de servicios que en otras competiciones más «caseras» quizás no tendría. Cada uno es libre de elegir sus objetivos deportivos y por lo tanto de escoger lo que quiere comprar. Si ha habido personas que han visto ese nicho de negocio y lo han querido aprovechar, ¡perfecto!
El hecho de utilizar la expresión «ánimo de lucro» muchas veces tiene una connotación peyorativa y no es justo que se considere positivo y aceptable que el empresario de los elementos decorativos del hogar gane dinero y el que organiza eventos no.
Muchos clubs y entidades sin ánimo de lucro organizan todavía muchos eventos competitivos. Esto genera una serie de ingresos que se reinvierten posteriormente en el propio club o entidad. Me refiero por ejemplo a pagar entrenadores para la escuela infantil, hacer inversiones en equipamiento, sufragar los gastos de la temporada del equipo de competición, organizar eventos privados para dinamizarlo y generar cohesión social,… pero nunca van al bolsillo de nadie (o no deberían ir).
A parte de estos ingresos directos, también se generan una serie de beneficios tangibles e intangibles que pueden reportar ingresos a corto, medio y largo plazo. Esto se produce gracias a la dinamización que supone la organización de un evento en una zona determinada. Aquí sí que puede ir a parar dinero al bolsillo de alguien pero de forma indirecta y con una repercusión social amplia que a nivel macroeconómico dinamiza y enriquece una zona.
Sin embargo, lo que no me parece bien es que empresas privadas se disfracen de entidades sin ánimo de lucro que, con la excusa de dinamizar una zona y enriquecer un tejido empresarial relacionado con el turismo y los servicios, pidan voluntarios en las carreras para maximizar sus beneficios. Esto además, me parece especialmente grave en aquellos casos en que esa misma empresa está recibiendo dinero público del presupuesto de promoción turística o de donde se saque la partida, para que ese evento se organice con el objetivo que haya movimiento económico.
El disfraz suele ser vivir una experiencia única en un evento que atrae a muchos corredores de todo el mundo, compartir momentos con otros voluntarios en las carreras, ayudar a la dinamización del pueblo, la comarca o el país,… Y lo que realmente es, en términos empresariales, es explotación y condiciones precarias laborales.
Si has sido alguna vez voluntario ya sabrás a lo que me refiero.
En general representa estar muchas horas, con una exigencia de máxima implicación, a menudo con un nivel elevado de responsabilidad, comiendo poco y mal y a merced de los elementos. Y todo ello sin retribuir mientras otros se lucran por ello.
Finalmente, lo que no me parece bien tampoco es la picaresca de algunos empresarios que crean clubes para ahorrarse ser catalogados como entidades sin ánimo de lucro y estar exentos de tributaciones así como aquellas personas que, con la excusa que el organizador ya gana mucho dinero (que no es cierto), hacen una fotocopia de un dorsal y se cuelan en la fiesta. Pero esto ya es otro tema que daría para otro artículo.