Fisiología básica del ejercicio de resistencia (II)
El sistema energético y termorregulador
El sistema energético
Al igual que cualquier máquina, si el cuerpo no dispone de una fuente de energía, no es capaz de realizar ningún tipo de movimiento.
El cuerpo humano dispone de varias vías de obtención de energía en función del tipo de ejercicio que ejecutemos, siendo capaz de solapar diferentes sustratos energéticos, para que no haya en ningún momento ningún corte en el suministro que impida mantener la continuidad.
Los mejores resultados en actividades de resistencia se producen cuando el organismo tiene acceso sin limitaciones a la vía glucolítica (la de los carbohidratos). Sin embargo, esta vía está limitada por la capacidad de almacenamiento de los depósitos de este sustrato energético. La clave por tanto, es poder preservar los depósitos de glucógeno el máximo tiempo posible usando la vía lipídica (la de las grasas) e ir rellenando los depósitos de glucógeno mientras realizamos la actividad.
La tecnología actual permite evaluar el gasto energético de las actividades que realizamos y con modelos estadísticos hacer una aproximación bastante ajustada de las fuentes energéticas que lo posibilitan. Esta herramienta posibilita calcular la ingesta nutricional en competiciones y entrenamientos exigentes, así como evaluar la idoneidad de la forma cómo trabaja nuestro cuerpo para una determinada actividad. De este modo, y analizando cada disciplina deportiva y sus demandas energéticas, buscaremos que con el plan de entrenamiento y la dieta, nos acerquemos a lo que sería lo óptimo para cada actividad competitiva en la que estemos involucrados.
El sistema termorregulador
La realización de cualquier actividad física supone un incremento significativo de la temperatura corporal. El entorno ayuda o perjudica según sea frío o caluroso y/o seco o húmedo.
Por ello, y según la intensidad del ejercicio y las condiciones del entorno, el organismo actúa con sus mecanismos de regulación de la temperatura corporal para mantenerla dentro del estrecho rango tolerable.
Cuando el medio donde se realiza la actividad física es caluroso y húmedo, el cuerpo necesita liberar calor mediante la evaporación del sudor que genera a través de la piel. Estas pérdidas provocan un desequilibrio inmediato en el balance hídrico si no se compensan, llevando al deportista a un estado de deshidratación cuando éstas suponen un 2% del peso corporal. Las consecuencias inmediatas, relativamente menos graves, son una caída del rendimiento. Si el desequilibrio persiste y se acentúa lleva a problemas de desorientación, arritmias e incluso pérdida de consciencia entre otras consecuencias menos visibles aunque igualmente graves.
Vista la importancia del sistema termorregulador en la realización de cualquier actividad de resistencia, será muy positivo para el rendimiento adoptar una serie de medidas que favorezcan su acción o como mínimo le perjudiquen lo mínimo posible.
Estas medidas tienen que ser inicialmente de tipo paliativo, corrigiendo las pérdidas de la sudoración mediante la ingesta de bebidas adecuadas para ello para así intentar recuperar el balance hídrico. Esto puede ser complicado cuanto más extremo es el clima, puesto que el estómago tiene un límite de vaciado gástrico de aproximadamente 1,2-1,5 l/h. Por ello, si las pérdidas son superiores a nuestra capacidad de absorción, padeceremos una deshidratación que de prolongarse en el tiempo acabará por ser severa, con las consecuencias que ello comporta.
A parte de mantenerse fresco con medidas paliativas, la otra forma de evitar una hipertermia es como antaño hacían muchos conductores cuando subían un puerto con un vehículo viejo. Controlaban en todo momento la temperatura del agua del radiador y en función de ésta regulaban la velocidad, llegando incluso a parar en la cuneta antes que hacer saltar por los aires el tapón del sistema de refrigeración.
Corporalmente también debemos hacerlo. El calor que nos agobia proviene tanto del medio externo como del propio que generamos con nuestro metabolismo producto de nuestro esfuerzo. Por ello, hay que escoger un ritmo adecuado a las posibilidades que nos ofrece el entorno.
Por todo lo dicho, el autoconocimiento es una arma fundamental para conseguir mantener la temperatura a raya, buscando el compromiso entre nivel de intensidad de esfuerzo y las posibilidades de rehidratación para compensar la hipertermia de origen extrínseco (el medio) e intrínseco (el esfuerzo). De esta manera conseguiremos que el sistema termorregulador funcione correctamente y continúe integrándose correctamente dentro del conjunto de sistemas que determinan el rendimiento en las actividades de resistencia.