¿Es que no puedes descansar ni el día de Navidad?

Recomendaciones para los días más señalados

21 de diciembre de 2020

Al hilo de un artículo que escribí hace poco acerca del sedentarismo y esa manía que tenían algunos a tildarnos de bichos raros a aquellos que nos gustaba ejercitarnos a diario, vuelvo a la carga para responder, a la batería de tópicos que nos acechan a la vuelta de la esquina, cuando diciembre llega a nuestras vidas.
Y es que las vacaciones de Navidad suelen ser muchas veces origen de conflictos y mofas alrededor de la mesa del «cuñadismo» más rancio y profundo. Por ello, merece la pena reflexionar sobre ello, ya no tanto para desarrollar ese espíritu de comunidad deportiva, sino para normalizar unos días señalados en el calendario como «aptos» para «todo» lo que nos apetezca en el terreno deportivo.

Antes de abordar el tema en cuestión merece la pena reflexionar acerca cómo vive la actividad física cada persona en términos generales. Generalizando mucho y poniendo en relieve los perfiles más extremos, tenemos en primera instancia la persona que hace actividad física con pasión. Para ésta, el ejercicio es necesario y, ya no tanto entendiendo sólo la actividad aeróbica o de fuerza como únicas vías de actividad, sino que otras de carácter más holístico también están incluidas (léase yoga, pilates, taichi o unos simples estiramientos). Por ello, para esta persona, cualquier día es apto para poder estar con uno mismo y sentir el nivel de activación que más necesite para estar bien consigo misma.
Por razones obvias, este perfil no concibe «esas actividades» como «obligaciones» sino que más bien, representan momentos de paz y tranquilidad, de harmonía y de encuentro del equilibrio personal para poder disfrutar del resto del día con un áurea de positivismo, de la que sin duda, se va a beneficiar el entorno.
En el otro extremo, nos encontramos con el perfil de la persona que su estado natural sería la inactividad total, concibiendo las actividades físicas como obligaciones y que por tanto, cualquier excusa es buena para diferirlas en el tiempo. ¡También tiene que ser mala suerte no haber encontrado una actividad física que pueda superar esa tendencia a la inactividad!

Diferenciados ambos perfiles es normal que el segundo critique al primero cuando ve que no perdona Navidad, San Esteban, la noche de fin de año con una San Silvestre o el primer día del año después de trasnochar. Y es que para el segundo, la ocasión la pintan calva para no hacer nada, tener excusa que son días señalados, los gimnasios están cerrados y las vacaciones son para descansar. Además, desde su punto de vista, juzga a los del primer perfil como unos obsesionados a los que ni el nacimiento de Jesús hace quedarse en casa (probablemente no haya ido nunca a la misa del gallo, pero para el caso, es lo mismo, la cuestión es criticar).
No entiende que para la gente que nos apasiona la actividad, el descanso cuando no es necesario, es un castigo al igual que lo es para el niño que no lo dejan salir a la hora del recreo. Por ello, ante esas actitudes condescendientes y moralizantes, lo mejor es no hacer ni caso y no entrar al trapo. Cada cual es libre de hacer lo que le plazca si no perjudica a los otros.

Por lo dicho hasta ahora para el lavado de conciencias frente a los perfiles prosedentarismo más beligerantes de copa y puro, y como siempre, con el ánimo más profundo de servicio a la comunidad, estaría bien poder plantearse una serie de criterios a la hora de escoger la actividad en los días señalados que vienen.

Competir o no competir

A lo largo y ancho de nuestra geografía es cada vez más habitual que haya competiciones de «Navidad» o las típicas «San Silvestre». Personalmente es una opción bien válida para poder disfrutar de una actividad intensa y corta, compartida con mucha gente que disfrutan al igual que nosotros de un evento competitivo y que tiene un aire festivo diferente y especial al resto de competiciones que se realizan durante el resto del año.
Una de mis preferidas sin duda es la Subida a la Mola, cerca de Barcelona, una competición de trail que se disputa sólo en la subida y que la bajada sirve para reencontrarse con amigos y conocidos. Como la salida es bastante temprano, hay tiempo de sobras para llegar a casa y ponerse a cocinar para preparar el mejor banquete navideño con una sonrisa de oreja a oreja digna del mejor anfitrión.
La Cursa dels Nassos de Barcelona es otra competición que me motiva especialmente debido al carácter igualmente festivo, el hecho que se dispute en un horario diferente al habitual y que posteriormente acabará con una buena cena con amigos.

En general, hacer una competición estos días es la mejor opción para poder substituir los entrenamientos de intensidad que nuestro programa de entrenamiento suele incluir y una forma de camuflar esas series o esos cambios de ritmo ciertamente desagradables que podemos llegar a percibir como un castigo. Porque una cosa es mantenerse activo y la otra obligarse a mantener el nivel de exigencia cuando el contexto social no es el idóneo.

Seguir el plan de entrenamiento o no

Habitualmente, suelo aprovechar estas semanas de fiestas un poco especiales con mis deportistas para poder incluir semanas de descarga y competiciones que puedan combinarse con sus actos familiares/sociales. Tener un plan facilita esta tarea sin ninguna duda. Cuando vamos a salto de mata es cuando es más complicado gestionar estas cosas. De este modo, en estas fechas señaladas nos podemos permitir el lujo de introducir entrenamientos menos intensos y más lúdicos.
Esto último puede sonar extraño para un neófito pero para los que nos dedicamos habitualmente a la actividad física, enseguida percibimos como muy diferente un entrenamiento tipo 10 series de 1000 en pista de atletismo, un fartleck natural de trail en nuestro sendero favorito, unas series en el rodillo para mejorar el FTP o el VO2 máx o un recorrido de gravel o mtb a intensidad libre.
Y es que estos días que vienen se trata de no castigarse. Hay que hacer lo que a uno le apetezca, juntándose con más gente para disfrutar de ese aire «clandestino» o «de complicidad» que generan esas sesiones cuando el grueso de la población sólo está pensando en fiestas y turrones.