Reprogramar hábitos

Aprovecha esta ocasión única

25 de marzo de 2020

Inicio del confinamiento

Más de una semana recluidos. Cada individuo sobrellevándolo como puede y sabe. El valor de la libertad estaba claramente menospreciado y ahora, después de sentir el peso del techo y las paredes de casa en la mente, es cuando cobra especial relevancia.
Quien tiene una terraza tiene un tesoro. Al menos, es posible moverse en el exterior con cierta privacidad. Los que no, no quiero ni pensarlo y les doy coraje desde la distancia para poder mantenerse mentalmente fuertes.

Sin embargo no todo es negativo. Estoy leyendo mucho estos días acerca de las consecuencias positivas que puede comportar toda esta crisis sanitaria y el horizonte (acusadme de optimista) se augura mejor que antes en muchos aspectos. Uno de ellos, si se trabaja correctamente, es el de los hábitos relativos a la actividad física.

Durante los primeros días del confinamiento, eran muchos los que subían vídeos a las redes sociales realizando actividades de fitness en su casa para mantenerse en forma.
A algunos los conozco personalmente y me consta que hacer abdominales, correr en la cinta o trabajar en la máquina elíptica, de remo o la bicicleta estática, no entraba dentro de lo que podría ser una actividad habitual para ellos.
De hecho, estoy seguro que tuvieron que quitar algo de ropa de encima; recuperarla del trastero o de algún rincón olvidado de casa y/o retirarla del Wallapop.

Al respecto de esto, el segundo día del confinamiento hice un experimento con mi bicicleta de spinning y si hubiera querido la hubiera vendido por el doble de su valor. Y en menos de 2 horas. Ningún intento de regateo, aunque Wallapop y no regatear parezcan conceptos contradictorios.

Sobre el fervor deportista que creó el confinamiento también quise dedicar un aplauso en modo irónico a todos aquellos que, no haciendo nada desde hacia meses, justo habían tenido que confinarlos en casa para empezar a hacer actividad física y con tanta intensidad que habían tenido agujetas que todavía les deben durar.

Procrastinar la actividad física

Llevamos ya más de una semana. Mentalmente uno ya está notando los efectos de esta pérdida de normalidad. Los que tienen mayor resiliencia ya se han adaptado y ya han reprogramado su día a día para sobrevivir de la mejor manera posible. Los que no, empiezan a sufrir.

Del subidón inicial, puede ser que algunos ya hayan abandonado sus buenos propósitos iniciales y hayan caído en la desidia como el protagonista de la película «Atrapado en el tiempo» al inicio del film (lo sé, es viejuna). Sin embargo, teniendo todo el día para hacer cosas y todo el tiempo del mundo para ocuparlo sería una pena desaprovecharlo cuando justamente, antes de empezar esta crisis, muchos se quejaban de su ausencia. O es que quizás, ¿estaban procrastinando sus necesidades/obligaciones de actividad física diaria?

Para los que no lo sepan, el uso de procrastinar se debe al inglés y en castellano vendría a ser equivalente a trasmañanar. Por procrastinar o trasmañanar se entiende la postergación de actividades o situaciones que deben atenderse, substituyéndolas por otras más irrelevantes o agradables.

En el día a día, la excusa que uno tiene mucho trabajo suena muy convincente para explicar que no puede realizar ninguna clase de actividad física, atender a los hijos, hacer la comida,… lo que sea. Pero ahora, no hay ninguna buena excusa para camuflar la procrastinación.
Por tanto, creo que es interesante ser consciente de esta dichosa procrastinación, que supone un auto-sabotaje en toda regla de nuestros deseos y aspiraciones, poner remedio ahora que tenemos las posibilidades y hacerlo pensando no sólo en el momento actual sino con una proyección hacia el futuro.

Aprovechar el momento y proyectar

Durante estos días estamos recibiendo muchos consejos acerca de cómo organizar la jornada sabiendo que no podremos salir de casa. Crearse un horario y una rutina con lo que hay que hacer es una buena fórmula para que no se nos vaya el día sin hacer nada y con la sensación de vacío que ello provoca. Pero hacerlo, no es fácil, ya que probablemente, es la primera vez en tu vida que puedes decidir y crear tu propio horario.
Al principio, puede que te sientas un poco confuso y falto de iniciativa. Vendría a ser como aquel preso que después de estar muchos años en situación de privación de libertad, lo dejan libre y no sabe qué hacer con el día porque está programado aún con los horarios de la prisión.
Por ello, es necesario re-programar ese horario y a poder ser, hacerlo de forma racional, no por la inercia del día y sin orden ni concierto. Por tanto, hay que ponerse a pensar y trabajárselo.

El objetivo del artículo sin embargo, no es enseñar al lector a crearse un horario. Esto correspondería más a otro ámbito que no el deportivo como es el mío. Pero sí que tiene por objetivo hacerle consciente de la oportunidad que el destino en forma de virus le brinda y que, de hacerlo bien, puede ser una buena herencia de la que no hay ningún motivo para rechazarla (guiño).

Por ello, es importante crearse el hábito de hacer actividad física dentro de un horario que, ahora y en la situación actual de confinamiento sea útil, pero sería todavía más interesante hacerlo pensando en el futuro, cuando recuperemos de nuevo la libertad, podamos salir al exterior y debamos atender de nuevo las obligaciones de un horario pautado externamente.

De este modo, se trata de aprovechar el momento para descubrir qué actividad hacer, los beneficios físicos y psicológicos que obtenemos, las sensaciones que nos dejan a nivel corporal y mental, cómo evitar caer en la procrastinación y de hacerlo, experimentar la sensación de frustración. Y una vez descubierto, ver cómo se podrá integrar posteriormente en nuestro día a día, siendo conscientes que al principio de la recuperación, deberemos esforzarnos para mantener esa rutina pero que en breve, y teniendo las herramientas para superar el trasmañanismo, mantengamos esos hábitos tan saludables que nos hace mejores en todo, ¿o no lo sientes cuando lo haces?

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