¡Mamá! Yo de mayor quiero ser como Kilian
Sea cual sea el deporte de resistencia al que nos dediquemos, las horas de práctica deportiva suponen un auténtico reto de supervivencia y exigencia para nuestro cuerpo, cuyas claves se aglutinan en el protagonista del titular del presente artículo. A continuación, trato de desgranar cuales son los factores clave del rendimiento en cualquier tipo de actividad de resistencia ejemplificándolo en Kilian para así lograr entender el porqué de sus múltiples éxitos deportivos.
Cinco son los pilares en los que se asienta el rendimiento deportivo de cualquier deportista de resistencia sea cual sea su nivel.
- El centro de control.
- El sistema musculoesquelético.
- El aporte energético.
- El sistema cardiorespiratorio.
- La función termoreguladora.
Todos estos actúan de forma coordinada y nos permiten desplazarnos con mayor o menor efectividad según nuestras posibilidades genéticas y las posibilidades que hemos desarrollado mediante el entrenamiento.
El centro de control corresponde a nuestro sistema nervioso central y todas las ramificaciones nerviosas que van en dirección descendente (del cerebro a los músculos para dar órdenes) y en dirección ascendente (de la periferia al cerebro para recopilar información de posición, sensitiva, etc). En el ámbito de la movilidad corporal, nuestro sistema nervioso es capaz de generar una serie de movimientos de tensión-relajación musculares que nos permiten desplazarnos.
El sistema musculoesquelético es el órgano que recibe todos estos impulsos y los transforma, gracias a la oxidación de una serie de sustratos energéticos en movimiento observable. En este sentido, nos encontramos aquí con los dos siguientes pilares, el que permite un flujo de energía constante a las células involucradas en el movimiento así como el aporte de oxígeno y la eliminación de dióxido de carbono que se necesitan/generan en las reacciones químicas del metabolismo.
Finalmente, nuestro cuerpo se fundamenta en un último pilar y no es otro que el que permite mantener la temperatura corporal estable en un rango más o menos estrecho en que nuestros órganos trabajan de forma saludable.
¿Cuántos caballos tienes?
Nuestro cuerpo funciona como un coche pero en lugar de tener caballos de potencia tiene VO2 máx, es decir, Consumo Máximo de Oxígeno. Esto es la capacidad máxima de absorción de oxígeno de nuestro cuerpo que puede ser usada por nuestros músculos en un ejercicio de máxima intensidad. Por tanto, al igual que el coche, cuantos más caballos o cuanto mayor sea el VO2 máx de un deportista, mayores prestaciones.
Actualmente se conoce perfectamente qué nivel de VO2 máx requiere cada disciplina deportiva para ser un simple aficionado, un deportista destacado o una figura internacional. Desafortunadamente para la mayoría de deportistas entusiastas, el VO2 máx viene determinado genéticamente en un porcentaje muy elevado y si bien se puede mejorar mediante un entrenamiento riguroso y constante a largo plazo, no nos engañemos que nuestro utilitario no se va a convertir en una máquina de carreras. Como mucho conseguiremos, que no es poco, llevar a nuestro cuerpo a su máximo potencial.
De todas formas, en deportes en los que la gravedad tiene un componente importante, no sólo de potencia se trata. Al igual que en un vehículo, no es lo mismo un coche de 1000 kg y 100 CV que otro con menor potencia pero con una relación peso/potencia superior. A nivel corporal nos estamos refiriendo al VO2 máx relativo. Es decir, al valor anterior pero dividido por nuestro peso corporal. Es por ello, que en determinados deportes puede pasar que vayamos más rápido que nuestro compañero del club aun y teniendo un valor inferior de VO2 máx.
Pero nuestro rendimiento no acaba aún aquí, ya que no sólo se trata de tener un VO2 máx absoluto y relativo más alto para ganar a otra persona de forma irremisible sino que hay todavía otro componente más y este es el famoso umbral anaeróbico. El umbral anaeróbico sería aquel límite de intensidad correspondiente a una fracción del VO2 máx en que nuestro ejercicio pasa de ser sostenible a insostenible. Cabe decir que esto es muy entrenable y la mejora producida mediante el entrenamiento es ostensible. Tanto que una persona con valores de potencia absoluta y relativa más bajos pero con un umbral anaeróbico elevado mediante el entrenamiento puede llegar a ganar a una persona con mayor potencia pero peor entrenada.
Volviendo al protagonista de nuestro artículo, Kilian le tiene que estar agradecido a sus padres por disponer de una genética privilegiada, con un motor con muchos caballos pero además, su perseverancia, entusiasmo, dedicación, compromiso,… por el entrenamiento le permite tener un cuerpo cincelado a la mínima expresión y con un umbral anaeróbico elevadísimo que lo convierte en imbatible en la mayoría de competiciones en las que participa.
¿Hay carbón del bueno en la caldera?
Dejamos de lado los coches y nos centramos en un tren de vapor. Imaginamos que el que tira el carbón para que el tren funcione tiene un depósito de carbón de alta calidad en un vagón contiguo muy accesible. Pero este vagón es pequeño y en una hora y media a plena máquina se agota todo el carbón disponible. En otro vagón más alejado hay carbón de peor calidad que quema peor, pero el vagón es enorme con lo que para que se agote se necesitan muchas horas de funcionamiento de la máquina. Y en última instancia, si se acabara el carbón de ambos vagones, el maquinista podría ordenar quemar el mobiliario de los vagones de pasajeros, aunque la caldera no está preparada para ello y la eficiencia sería muy baja.
Desde un punto de vista muy reduccionista, a nuestro cuerpo le pasa esto. Tenemos carbón del bueno y accesible pero limitado en forma de hidratos de carbono o glúcidos. Carbón un poco más malo y más difícil de movilizar pero en gran cantidad (algunos más que otros) en forma de grasas o lípidos. Y mobiliario que también se puede quemar pero no sería lo ideal para obtener energía, que serían las proteínas de nuestras estructuras corporales.
Para conseguir niveles altos de rendimiento necesitamos estar constantemente quemando un tipo de combustible que es relativamente escaso y que su nivel de gasto es superior a la capacidad de absorción de nuestro cuerpo. A medida que nos situamos en zonas de intensidad más elevadas, el gasto de glúcidos es superior y a la inversa, contra más bajos de intensidad vamos, mayor ahorro energético de glúcidos. Por tanto, mientras Kilian va consumiendo grasas, nosotros nos estamos pulverizando nuestro carbón bueno y más temprano que tarde tendremos que ir reponiendo energía a un ritmo insostenible que nos llevará a la fatiga prematura que al sujeto en cuestión no le llegará.
¡Joé! Qué Caló…
El ejercicio físico genera un incremento de la temperatura corporal muy significativo que es mayor cuanto más temperatura y humedad hay en un ambiente. El organismo debe luchar en consecuencia para refrescarlo y no sobrepasar ciertos límites que nos reducen el rendimiento deportivo en primera instancia y nos pueden llevar a una situación potencialmente peligrosa para nuestra salud en segunda instancia.
La forma que tiene nuestro cuerpo de luchar contra el aumento de temperatura es evaporando el agua que contiene dentro. Pero este agua se necesita igualmente para otras funciones corporales. Por tanto, las pérdidas de fluidos corporales nos llevan a reducciones de rendimiento importantes o muy importantes que nos pueden acarrear un abandono en cualquier prueba deportiva.
Contra más intensidad de ejercicio, mayor calor se genera y por tanto mayor será el gasto hídrico que realice nuestro cuerpo para evaporar agua y perder temperatura. Así, aquellas personas que vayan a intensidades más próximas a su límite verán deteriorado su estado antes por causas de la deshidratación que los que vayan a intensidades moderadas. No hace falta comentar que Kilian, compitiendo al lado de muchos de nosotros, podría utilizar la misma camiseta para meterse en la cama ese mismo día.
Fallos en la centralita
La fatiga es aquella sombra que cuando empezamos a ejercitarnos nos la tomamos a broma de lejos que la vemos, empieza a preocuparnos cuando sentimos su aliento y nos dobla la fuerza de la gravedad cuando nos acompaña de la mano.
Técnicamente se define de otra manera menos romántica y es la caída en la capacidad de hacer fuerza de nuestra musculatura. Esta caída ya no se produce por una falta del carbón de primera calidad al que nos referíamos anteriormente, ni por una deshidratación de moderada a severa sino por una pérdida de la capacidad de estimulación de nuestras fibras musculares.
Es decir, la centralita que controla la activación muscular, genera menos impulsos nerviosos y son de peor calidad, con lo que en lugar de activar de forma simultánea el 60 % de nuestras fibras, activamos el 45 % y eso reduce significativamente la longitud del paso y por tanto, a la misma intensidad de esfuerzo vamos más despacio.
Conclusión
De la pérdida de rendimiento por deshidratación y por desnutrición no se salva ni Kilian. Si no gestiona bien la carrera hay una remota posibilidad de ganarlo y digo remota porque tu estarás sufriendo como mínimo lo mismo que él.
De la fatiga general entrenando no se salva ni Kilian tampoco, ya que busca sus límites para conseguir obtener su máximo potencial. Probablemente entrena más duro que compite.
De la fatiga general compitiendo si que se salva, ya que si eres el mejor en tu disciplina sales a controlar, marcas tu ritmo y los otros van cayendo antes que tu. Él controla, los demás hacen una carrera contrareloj.
Así da gusto, ¿No? Como decía en el título… Mamá, yo de mayor quiero ser como Kilian.