Evitando los efectos del calor sobre el rendimiento (II)
En la entrada anterior escribía sobre cómo entrenar para poder aclimatarse al calor y sufrir menos las consecuencias de un entorno térmicamente estresante. Este trabajo es indispensable para afrontar cualquier carrera en la preveamos que este factor será determinante y no podemos dejarlo al aire puesto que se ha demostrado sobradamente su utilidad.
Estrategias para evitar la hipertermia
Por otra parte, la otra acción a tener en cuenta a la hora de minimizar los efectos del calor es adecuar la estrategia de carrera a esta situación, ya sea a través de medidas paliativas para corregir la deshidratación y regular la intensidad de esfuerzo con el objetivo de mantener una temperatura corporal estable evitando una hipertermia que nos perjudicará la intensidad de esfuerzo.
La medida que se muestra más efectiva para mantener el calor a raya es la ingestión de bebidas frías. El beneficio de esta acción es doble puesto que rebaja la temperatura corporal central y ayuda a recuperar el balance hídrico debido a las pérdidas por sudoración. Está sobradamente demostrado también que una persona levemente deshidratada es más vulnerable a los efectos del calor y a la pérdida de rendimiento asociada.
Ante esta situación uno podría pensar que bebiendo copiosamente conseguirá evitar la hipertermia y esto no es así puesto que nuestro estómago tiene un límite de vaciado gástrico (aproximadamente 1,2-1,5 l/h). Por ello, si las pérdidas son superiores a nuestra capacidad de absorción, padeceremos una deshidratación que de prolongarse en el tiempo acabará por ser severa, con las consecuencias que ello comporta.
Cualquier otra acción destinada a rebajar la temperatura corporal es una buena opción para recuperar el nivel físico perdido debido a una hipertermia. Muchas veces he visto corredores de montaña meterse en las aguas gélidas de un torrente o bien meterse nieve entre la ropa para poder enfriar el cuerpo y recuperar de nuevo el nivel físico habitual.
A parte de mantenerse fresco con medidas paliativas, la otra forma de evitar una hipertermia es como antaño hacían muchos conductores cuando subían un puerto con un vehículo viejo. Controlaban en todo momento la temperatura del agua del radiador y en función de ésta regulaban la velocidad, llegando incluso a parar en la cuneta antes que hacer saltar por los aires el tapón del sistema de refrigeración.
Corporalmente también debemos hacerlo. El calor que nos agobia proviene tanto del medio externo como del propio que generamos con nuestro metabolismo producto de nuestro esfuerzo. Por ello, hay que escoger un ritmo adecuado a las posibilidades que nos ofrece el entorno.
Por todo lo dicho, el autoconocimiento es una arma fundamental para conseguir mantener la temperatura a raya, buscando el compromiso entre nivel de intensidad de esfuerzo y las posibilidades de rehidratación para compensar la hipertermia de origen extrínseco (el medio) e intrínseco (el esfuerzo).
Fuente: Nybo L., Endurance Training and Competition in the Heat.