Carreras en la «nueva normalidad»

Una estrategia diferente

5 de octubre de 2020

El maldito Covid19 está poniendo todo patas para arriba y como hemos visto durante el último año, el ámbito deportivo, no ha quedado ajeno a ello. Cambios de fecha y anulaciones fueron las soluciones adoptadas a corto plazo pensando que esto no iría para tan largo.

Sin embargo, viendo que el horizonte no da demasiado margen a la esperanza, los organizadores de muchas carreras han decidido coger el toro por los cuernos e inventarse alternativas, para poder dar salida a las ansias competitivas que todos teníamos y tenemos (con más intensidad si cabe, en muchos casos).

Así pues, salidas escalonadas, competiciones virtuales en diferido, tramos cronometrados con tramos de enlace, así como competiciones diferidas en varios días, entre otras opciones que a buen seguro verán la luz, han sido las opciones a las que nos hemos tenido que acostumbrar rápidamente.

Este cambio de paradigma supone también un cambio muy sustancial en el planteamiento de la competición, ya que en la actualidad, el enfrentamiento directo ha dado paso a un enfrentamiento contra el cronómetro en la mayoría de situaciones actuales competitivas.

Es una suerte que el chip sea una tecnología largamente implantada en cualquier competición ya que, de no ser por este sistema, sería imposible aplicar esta fórmula competitiva y controlar individualmente a cada participante y posteriormente ordenarlo de forma rápida en una clasificación.

Por otra parte, las competiciones corren el riesgo de perder equidad, ya que las condiciones de realización pueden condicionar substancialmente el resultado final. No es lo mismo salir temprano a primera hora para evitar mala mar, el menor viento posible en la bicicleta y esquivar el calor corriendo que comerse todos esos elementos en salidas más tardías (¡Ay! Que esto ya pasa en el Ironman de Hawaii…).

Bromas a parte, todo el mundo es consciente de ello y pese a que los organizadores ya suelen colocar a los atletas de niveles parecidos en la misma salida, se puede dar el caso que haya alguien bueno por detrás que sufra esos imponderables. Por otra parte, en salidas que se realizan en varios días y que cada participante escoge día y hora, acaba siendo incontrolable. En Suecia, en un Swimrun de la Copa del Mundo, pasó que el sábado las condiciones fueron terribles y el domingo en cambio, ideales. Evidentemente ganaron equipos que participaron el domingo, aunque probablemente se lo pasaron mejor los del sábado.

En cualquier caso, la reflexión es simplemente eso, ya que seguramente todos pensamos que es mejor ponerse un dorsal que quedarse en casa.

Dicho esto, y una vez pagados los derechos de inscripción de cualquier competición, es importante plantearse que las condiciones de ejecución serán realmente muy diferentes ya que de ser un enfrentamiento directo, pasarán a ser pruebas contrarreloj como apuntaba anteriormente. Por ello, el entrenamiento también cambia y más cuanta mayor importancia tenga el efecto «drafting», es decir, el ir a rueda, correr en grupo, nadar a pies, patinar en fila,…

Ciertamente, este cambio no va a afectar al corredor que su único objetivo es acabar la competición. Para éste, le da exactamente lo mismo. De hecho, las condiciones en que realizará la prueba serán probablemente menos estresantes. La salida, al ser escalonada, no le va a suponer un sobreesfuerzo inicial por encima de sus posibilidades para intentar no coger los típicos embotellamientos iniciales; tampoco habrá tanta gente a la que molestar o ser molestado debido a ritmos diferentes; los avituallamientos serán más rápidos y limpios. Por tanto, el corredor popular, disfrutará probablemente más con una competición en estas condiciones.

Sin embargo, el corredor más competitivo, al que le gusta medirse y mirar el resultado final en la clasificación, sí que deberá plantear la carrera como una prueba contrarreloj. De este modo, tendrá que obviar el hecho de adelantar y ser adelantado y tendrá que gestionar el esfuerzo de manera que no regale ni un segundo en ningún tramo ni ningún avituallamiento.

Este nuevo planteamiento obliga a una mentalización especial, ya que el sufrimiento y la persistencia a la que obliga una prueba contrarreloj no tiene nada que ver con una prueba en que uno puede valorar directamente su posición.

Obviamente, obliga también a un entrenamiento diferente ya que el ritmo será más sostenido de principio a fin. Por ello, el calentamiento cobrará una especial relevancia puesto que no nos podemos permitir una salida más tranquila hasta coger el ritmo óptimo.

A riesgo que el lector me considere un pesado, el potenciómetro es la herramienta más apropiada para este tipo de planteamiento, ya que tener la certeza de ir al ritmo óptimo es más importante que nunca y nos permitirá ir al límite sin sobrepasarnos y acabar pagándolo en la parte final con una caída ostensible del rendimiento.

Por todo ello, quizás ahora más que nunca, es el momento de hacer la inversión y empezar a entrenar de forma diferente. Lo bueno es que, cuando todo esto pase, serás mejor deportista y mejorarás tu rendimiento si bien, de nuevo, deberás volver a adaptarte a las nuevas condiciones competitivas para poder lanzar ataques a lo Alaphilipe en lugar de ser un diesel con un umbral de potencia funcional muy elevado.

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