The Last Dance

Construyendo y de-construyendo el cuerpo

6 de julio de 2020

Como casi todos los de la generación del 70-80 amantes del baloncesto, reconozco que soy un admirador de Michael Jordan. Como tal, he visto ya tres veces la serie The Last Dance y en todas ellas descubro cosas nuevas.
Dejando de lado su faceta más oscura como acosador (de la que sale bastante bien parado en el documental, a mi juicio) y como persona adicta al juego y las apuestas, hemos podido disfrutar, sin ninguna duda, de uno de los mejores deportistas de la historia.
Personalmente, el biopic supone además un repaso a grandes acontecimientos de la historia reciente que, los que pasamos de los 40, vivimos en directo, sin que nos lo contaran.

Sin embargo, con esta introducción, no penséis que el objetivo del artículo es presentar y recomendar el documental (que también) sino que lo utilizo para hacer hincapié en un aspecto que me llamó la atención, que puede extrapolarse a otras situaciones y que puede ser útil en el futuro para todos aquellos amantes del deporte de resistencia.

Este aspecto es cuando decide retirarse del baloncesto para competir en baseball, pasando de ser un dios en su deporte a un jugador del montón en otra disciplina deportiva.
Como se ve en uno de los capítulos finales, su entrenador personal, Tim Grover, le avisa que si se mete en el baseball ya no podrá volver al baloncesto porque, siendo deportes tan diferentes, deberá pasar por un proceso de transformación corporal para adaptarse a las demandas de cada disciplina y que eso era un proceso arduo y costoso que dudaba que pudiera ser corto y de ida y vuelta. Ni que decir tiene que Michael Jordan lo consiguió.

Construir y de-construir

El objetivo de cualquier proceso de entrenamiento pasa por, analizando las características de un individuo, llevarlo a su máximo potencial atendiendo los requerimientos de cada disciplina deportiva.
Así pues, cada deportista tiene un perfil propio, con puntos fuertes y puntos débiles y durante el entrenamiento tratamos de mantener los puntos fuertes y minimizar o darle la vuelta a los puntos débiles.

Este trabajo supone constancia y dedicación para construir todos esos requerimientos y alcanzar la excelencia que la genética permita. Si tenemos la suerte de tener una genética privilegiada, probablemente estaremos en un equipo profesional y caso que no (la mayoría) disfrutaremos igualmente tratando de alcanzar el máximo potencial para ganar a los colegas en las carreras.

Si os fijáis en los deportistas que están en las primeras posiciones de las carreras de cualquier disciplina veréis el «disfraz» que se necesita para conseguirlo. Ese «disfraz» parte de un morfotipo que viene de serie pero convenientemente «tuneado» mediante un proceso de entrenamiento.

Para los que no hayan oído hablar del morfotipo o les suene pero no sepan exactamente qué es, se puede resumir en la clasificación del cuerpo de un individuo en relación a su forma corporal. Existen tres tipologías básicas que se combinan para acabar dando forma a cada persona, el componente endomorfo, mesomorfo y ectomorfo.
Es a partir de ese morfotipo cuando uno contruye para conseguir «el disfraz» adecuado a cada disciplina deportiva.

Michael Jordan tenía el disfraz óptimo de jugador de baloncesto en la posición de escolta y luego lo cambió por uno de bateador de baseball. Posteriormente volvió de nuevo al primer disfraz si bien, probablemente la edad no ayudó, no creo que alcanzara los mismos valores de rendimiento exclusivamente físicos que tenía en la primera versión de Jordan. Por suerte para él, en el baloncesto confluyen aspectos técnicos y técnico-tácticos de equipo que hacen que no sólo el físico sea un factor limitante y gracias a su talento e inteligencia para leer el juego, supo compensar esa merma física.

Construir es largo y costoso. De-construir es fácil. No hay más que ver las secuelas del confinamiento por causa del covid. Algunos han de-construido más rápido que otros, dicho sea de paso. Pero a lo que íbamos, construir supone una dedicación que muchos no son capaces de sostener en el tiempo y más cuando nos referimos a las actividades de resistencia.
Hay que pensar que las adaptaciones morfológicas y funcionales del organismo para alcanzar el máximo potencial en una disciplina deportiva pueden llegar a ser de años y por ello, en las actividades de resistencia, son normalmente los deportistas entre 30 y 35 años los que suelen obtener los mejores resultados (aunque viendo la precocidad de Mathieu van der Poel o Remco Evenepoel, quizás debería replantearme esta afirmación).
Por ello, lo más efectivo es mirarse uno mismo al espejo para ver a qué disfraz tiende a parecerse y a partir de este empezar a construir.

Normalmente, uno ya tiende a elegir aquellas actividades en las que se siente más cómodo. De hecho, la propia actividad nos premia en forma de buenas sensaciones, buen rendimiento y disfrute. Estamos pues en un círculo virtuoso que nos llevará a una mayor practica y por tanto nuevamente, a mejores sensaciones. Este es el proceso más natural de construcción que, convenientemente potenciado mediante contenidos alternativos y alternancia de las cargas del entrenamiento, nos llevará a obtener los resultados (realistas) que soñamos.

Entrenamiento específico y entrenamiento cruzado

Los deportistas de resistencia, desde un nivel profesional hasta los «guerreros del fin de semana» suelen introducir dentro de su entrenamiento lo que se conoce como el entrenamiento cruzado.

De forma resumida, el entrenamiento cruzado son aquellas sesiones de entrenamiento que se realizan con otras actividades diferentes a las propias de competición. Un corredor de trail por ejemplo cuando hace ciclismo de montaña.

Los beneficios que una actividad deportiva aporta a la otra se conocen como transferencias positivas y siempre es interesante aprovechar el potencial que el entrenamiento cruzado aporta a cualquier deportista, tanto por la parte física como sobretodo en la parte mental.

Sin embargo, una cosa es utilizar el entrenamiento cruzado para aprovechar las transferencias y la otra es el entrenamiento especifico de las actividades competitivas. Y aquí es donde entraría el concepto anterior de construcción y deconstrucción.

Con el entrenamiento específico estamos realmente construyendo para la actividad principal mientras que con el entrenamiento cruzado construimos pero la efectividad de construcción no es tan elevada como si entrenáramos con la misma actividad. Será tarea del entrenador decidir cuándo construir con una actividad alternativa y cómo hacerlo.

Finalmente, lo que sí que hay que tener claro es que el entrenamiento específico en una actividad deportiva no nos va a permitir obtener el máximo rendimiento en otra, pese a que las transferencias positivas sean muy elevadas. Por poner unos ejemplos, aquí lanzo unas ideas al respecto:

Esquiador de fondo y esquiador de travesía. Dos deportes muy parejos. Niveles de transferencia altísimos pero dudo que Johannes Klaebo ganara a Kilian Jornet en una competición de esquí de travesía (ni en una vertical) y mucho menos a la inversa. De hecho, el «disfraz» que llevan es muy diferente. Más peso, más fuerza y más potencia absoluta versus mayor ligereza y más potencia relativa, respectivamente.

Corredor de trail y ciclista de montaña. Dos deportes menos parecidos que los anteriores pero muy usados en los entrenamientos de ambos deportistas de élite. Tampoco Luis Alberto Hernando creo que ganara a Nino Schurter ni tampoco a la inversa.

Swimrun y triatlón. Igualmente y pese a haber actividades muy parecidas, en los detalles están las diferencias. El triatleta no está acostumbrado a nadar con palas ni llevar zapatillas y sufre para poder sostener un ritmo sin la ayuda complementaria del batido de piernas. Igualmente, la carrera trail no es su fuerte. En la otra parte de la balanza el swimrunner sufriría obviamente en la bicicleta pero sobretodo nadando tendría que revisitar nuevamente los trabajos de técnica básicos del braceo.

Por ello, si uno quiere cambiar de disciplina deportiva debería ser consciente que entrará en un proceso de cambio que requerirá de dosis de paciencia y humildad. Sin embargo, disfrutará de una nueva disciplina, una curva de mejora rápida y todas aquellas novedades de la nueva disciplina que le generen ilusión frente al cambio (a algunos los estresa). Es importante remarcar sin embargo que cuanto más bueno haya sido un deportista en una disciplina más esfuerzo para cambiar y más malo (en términos generales) será en la nueva.