Abandonar, esa dulce tentación
Este pasado fin de semana tocaba la primera competición de preparación para uno de los dos retos gordos de la temporada (Ronda dels Cims Andorra Ultra Trail). Era una maratón de montaña en pleno Pirineo Oriental (Emmona, MUY RECOMENDABLE).
El recorrido era común a los que hacían las dos otras pruebas más largas de 170 y 124 Km. «Nuestra» meta era un avituallamiento más de los de la larga. Les quedaban por delante muchos km y muchos metros de desnivel por delante. Era lógico pues verles comer y beber con la mirada perdida y con una inactividad mental aparente. Pero esto no era así. Seguro. La mente viaja sola, nos da momentos de euforia y momentos de pesadumbre. Nos da fuerzas o nos hunde en la miseria. Saber controlar la mente y tenerla atada nos ayuda a gestionar mejor la carrera.
Abandonar es una de esas situaciones en que la mente prueba nuestra fuerza de voluntad y nuestra determinación. Personalmente me «aparecen» imágenes de una ducha caliente, ropa seca, cómoda, unas chanclas, un plato de comida normal, mi familia alrededor,… El abandono pasa por mi mente como un rayo y cuando la facilidad para hacerlo (un avituallamiento, una carretera,…) es más patente aparece con mayor frecuencia y duración.
Abandonar no es un fracaso. Los dolores son señales de alarma que emite nuestro cuerpo. Ante cualquier dolor hay que estar atento para intentar distinguir si es producto de una lesión o del mismo cansancio. Las lesiones pueden ser directamente invalidantes y ello nos va a llevar al abandono. Ante esto, 0 remordimientos. No ha podido ser, hay más carreras.
Las lesiones no invalidantes son las peligrosas. Aquí podemos optar por seguir o no seguir y depende del umbral para soportar el dolor de cada uno para optar por el abandono o no y esto dejando de lado cualquier producto farmacéutico que enmascare el dolor (y que desaconsejo intensamente). En esta situación aconsejo valorar lo que queda para terminar la carrera y el tipo de dolor que estamos sufriendo. Si la cosa es grave puede que a posteriori tengamos que estar unas semanas o meses parados. Personalmente, prefiero abandonar una carrera y curarme rápido antes que tener en el armario una camiseta de finisher cojo y estar en el dique seco durante un tiempo intedeterminado. Ante esta situación, 0 remordimientos también y nuevamente: no ha podido ser, hay más carreras.
La tercera situación si que es un fracaso o en positivo, un aprendizaje. Estás muy cansado, si. Estás harto, también. Te molesta hasta la presión de la mochila en los hombros. Notas los calcetines acartonados y te sientes más sucio y maloliente que un personaje de Juego de Tronos. Estás saturado de barritas, geles y frutos secos. Los avituallamientos son como islas y tienes dudas de llegar a la siguiente sin ahogarte. Abandonar suena como el canto de una sirena. Te atrae y te seduce. Le das vueltas en tu cabeza y no sabes qué hacer.
Yo he abandonado alguna vez. Y la sensación es de alivio cuando dices que ya tienes suficiente y entregas el dorsal. Pero dura menos de 10′. La sirena se convierte en demonio. Un mal rollo se apodera de tu ser. Ves con envidia a los que continuan en carrera y están como tu estabas o peor. Querrías volver atrás y corregir lo que has hecho mal, empezar de nuevo, estar con el dorsal otra vez. Te ves a ti mismo regresando a la vida real y te entristreces. No lo has conseguido. Pero no te preocupes, hay más carreras igualmente y el aprendizaje no te lo quita nadie. Sin embargo, y si no has abandonado nunca una carrera, piensa en esta entrada antes de entregar el dorsal y valora si realmente estás en la primera o en la segunda situación o bien es fatiga mental y basta.