¿Sabes porqué te cansas?
Dos son las razones que explican el porqué te cansas o porqué nuestro rendimiento cae progresivamente. La primera es el agotamiento de las reservas energéticas. Simple y llanamente, que se nos acaba la gasolina.
Ante esta afirmación, uno podría pensar que cómo puede ser que se agote su energía cuando en la última visita al nutricionista tenía una cantidad de grasa suficiente como para correr 1000 Km. seguidos. Desafortunadamente, nuestro cuerpo está diseñado para funcionar a intensidades elevadas con los glúcidos y las cantidades que nuestro cuerpo puede almacenar se limitan al equivalente a 90′ de actividad deportiva a todo gas.
Por ello, a medida que la disponibilidad de glucógeno va menguando, la sensación de fatiga nos atenaza hasta sentir que pese a querer, es imposible acelerar y las pulsaciones se sitúan a niveles bajos.
Numerosos estudios han demostrado que el entrenamiento de la resistencia contribuye al ahorro del glucógeno y a la optimización de la utilización de las grasas a intensidades submáximas. Sin embargo, por mucho que se optimice, sólo una estrategia de compensación de los carbohidratos consumidos, nos permitirá mantener los niveles necesarios de energía de calidad para que no sea la causa que nos lleve a una fatiga prematura.
90 gramos por hora de media es la cantidad recomendada de ingestión de carbohidratos para sostener intensidades de ejercicio elevadas en actividades de larga duración. Con ello nos aseguramos al menos que no nos quedemos sin gasolina.
La segunda razón es menos conocida y es de tipo neuromuscular.
Nuestros músculos se contraen por acción de las motoneuronas. Cada motoneurona activa un determinado número de fibras musculares. Con la fatiga del sistema nervioso, nuestra capacidad de activar las fibras musculares decae y en lugar de trabajar de forma simultánea un 70 % de las fibras, lo hacen el 50, con la consiguiente pérdida de fuerza. A parte de esta caída de rendimiento localizada a nivel central también se produce una caída a nivel periférico, es decir, de todas y cada una de las fibras musculares. Esto está provocado por el sobre-uso que representa la actividad de resistencia y las perturbaciones que se generan en los músculos agonistas (los que ejecutan la acción) y antagonistas (los que se relajan para dejar hacer la acción).
Cabe destacar que en la actividad de correr, se añade un componente más que viene a sumarse a la fatiga de tipo neuromuscular. La causa es el elevado factor lesivo de la actividad. Por ello, hay una inhibición involuntaria muscular para reducir estos mecanismos traumáticos que conllevan a una reducción aún mayor de la capacidad de realizar fuerza.
Para compensar esta segunda vía de fatiga no queda otra que mejorar nuestra capacidad contráctil a través de trabajos de fuerza y nuestra eficiencia locomotriz en la actividad deportiva en la que compitamos. En el caso de la carrera esto es especialmente importante dado el carácter potenciador de la fatiga por causas neuromusculares.
Ahora ya sabes porqué te cansas.