El entrenamiento como un ritual
Sentirse "como en casa" emocionalmente
Ni el verano ha supuesto una tregua ni el otoño, con la segunda oleada, da muestras de darnos cierta paz y esperanza a corto y medio plazo. Esta percepción, ciertamente pesimista, que nubla rostros y miradas de muchos de nosotros en estos tiempos complicados que nos han tocado vivir, es algo que desgasta, crispa y entristece.
En una situación normal, estos nubarrones sólo afectarían a una porción pequeña de la población. Sin embargo, ahora que es generalizado, uno toma conciencia más que nunca que ser optimista es realmente una opción racional.
Si algo nos ha enseñado este 2020 es que no tenemos nada asegurado. Ni que seas Messi o Cristiano Ronaldo no te vas a librar de los efectos de la pandemia y de un confinamiento total o parcial.
Es evidente que si tienes un «casoplón» de 400 metros, con un jardín de 500, piscina y un gimnasio privado lo vas a pasar mejor que en un «pisito» de 60 metros cuadrados, con un balcón minúsculo y toda la familia en «paz y harmonía».
Pero cada persona tiene «su realidad» e igual sensación de claustrofobia puede llegar a sentir el del «casoplón» como el del «pisito» cuando las autoridades prohíben la libre circulación. Y es que el marco mental y la actitud de cada persona frente a esas vicisitudes, son las que determinan si una persona se siente desgraciada o feliz en esas circunstancias.
Motivación extrínseca vs. intrínseca
La gente que me conoce personalmente saben que soy «un motivado». Este calificativo, que dependiendo de quien proviene, tiene cierto aire peyorativo, es un pilar fundamental en el ámbito deportivo (con transferencia positiva hacia las otras parcelas del día, obviamente) para mantenerse fuerte y constante con un programa regular de actividad física pese a la anulación de carreras, cierres de gimnasios y prohibición de entrenamientos colectivos. De hecho, «el motivado» en general, responde frente a estas situaciones negativas con un estímulo renovado y la prohibición acaba siendo un acicate para adaptarse y reformular conductas.
La clave para entender «al motivado» es que su impulso proviene del interior. Esas ganas no dependen de ningún factor externo y se alimentan simplemente por los motivos personales que cada uno tiene en su cabeza. Sentirse joven, competente, activo, a gusto con su propio cuerpo, hábil en cada actividad, disfrutar del contacto con la naturaleza, de la conducción y de las exigencias técnicas de cualquier actividad deportiva,… y mil posibilidades más impulsan a cada persona a hacer actividad física de forma regular, sin depender de ningún aspecto externo.
Aquellos que dependían de elementos externos y obtenían la motivación de forma extrínseca, han acabado por:
- Transformarla en intrínseca, porque le han encontrado el gusto y el placer.
- Han abandonado cualquier actividad física para focalizarse en aspectos «más importantes».
Plan de entrenamiento por programa de actividades físicas
Probablemente este 2020 ha sido el año que más he entrenado de mi vida. La disponibilidad de tiempo (¡oh, bienvenido!) y el bienestar que personalmente me genera, frente a la ansiedad y el estrés de tantos inputs negativos relativos a la pandemia, ha supuesto un auténtico refugio emocional.
El efecto de estas actividades además se prolonga más allá del momento de práctica y se extiende y supera la esfera individual.
Pero, ¿Cómo es posible dedicar esfuerzo y tiempo a una actividad como la deportiva cuando estamos viviendo un auténtico desafío en el ámbito de la salud y económico (micro a corto plazo y macro a largo)?
La respuesta a esta pregunta es sencilla, debemos cambiar el enfoque. Actualmente, nuestro nivel de preocupaciones está situado en la base de la pirámide de las motivaciones de Maslow. No tenemos cubiertas las necesidades de salud y vemos peligrar las económicas. Sin tener esto cubierto o con la incertidumbre sobre ambas planeando sobre nuestras cabezas, difícilmente podremos pasar a niveles superiores y disfrutar con actividades que consideraremos prosaicas y fútiles. Por ello, será complicado conseguir la motivación necesaria para seguir con un plan de entrenamiento.
Sin embargo, si cambiamos un poco el punto de vista sobre la actividad física y tomamos conciencia de la importancia que tiene en nuestra salud física y mental, la estamos poniendo al mismo nivel de importancia que vigilar por nuestra salud. Pero es que no es un ejercicio artificioso, ¡es tal cual! Hacer actividad física es una necesidad fundamental y sino, intentad recordar el anterior confinamiento cuando no podíamos ni salir de casa. ¿Cuántas personas de una unidad familiar se peleaban para ir a tirar la basura, sacar a pasear al perro o aprovechar la mínima excusa para moverse? ¿Cuántos subían y bajaban las escaleras del edificio sin usar el ascensor, cuando nunca antes lo habían hecho? ¿Cuánta gente salía a andar, correr o pedalear en su franja horaria teniendo que recuperar equipamiento deportivo que estaba abandonado en el trastero desde hacía años?
¡Pues eso! La actividad física es una primera necesidad. Y ya no se trata de tener un plan de entrenamiento sino tener un programa de actividades. El objetivo no es mejorar a nivel deportivo. El objetivo es mantenerse activo y saludable. Da lo mismo lo que hagas, pero ¡haz cada día algo! Intenta que sea variado, con incidencia en las diferentes cualidades físicas que son muchas y muy variadas (fuerza, velocidad, resistencia, flexibilidad, equilibrio, agilidad, ritmo, habilidad, coordinación). Tómatelo como tu ritual personal para estar contigo o compartirlo con el núcleo de unidad familiar. Pero hazlo. Sin duda, sólo que haya unas cuantas familias que tomen conciencia de ello, no todo será tan negativo y ese aprendizaje perdurará en cada uno para el resto de su vida reverberando en generaciones posteriores.