¿Madrugar para entrenar?
Sácate la pereza, crea el hábito y verás los resultados, ¡globales!
Escuchando, ahora ya hará un tiempo, a un economista dando consejos sobre cómo conseguir poder ahorrar, me llamó la atención la fórmula que empleaba por la alta transferencia que podía tener hacia la actividad física y el entrenamiento.
Su método recomendado era tan simple como que a principio de mes, al cobrar la nómina, había que retirar la cantidad de dinero que uno quería ahorrar mensualmente y pasar el resto del mes con lo que quedaba. Ni que decir tiene que la cantidad retirada tenía que ser ajustada a las posibilidades de cada uno y los gastos que vendrían durante el mes. Por ello, un análisis previo era imprescindible.
El dinero y el tiempo son la misma cosa pero en unidades diferentes. De sobras es conocida la expresión que el tiempo es oro. Estar en forma, al igual que querer comprarse algo, requieren tiempo y dinero, respectivamente. Por tanto, la misma fórmula de ahorro expuesta anteriormente se puede aplicar para el entrenamiento. Pero, ¿cómo hacerlo?
A quien madruga Dios le ayuda
Y ya que estoy en plan «refranero popular»… No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.
Pero, ¿porqué madrugar para entrenar? No habíamos quedado que si queríamos ahorrar lo mejor era retirar el dinero antes de empezar a gastarlo, ¿no? Pues con el tiempo lo mismo. Al inicio del día, cuando tenemos «la nómina de tiempo» íntegra, ¿porqué no retiramos ya lo que necesitamos para entrenar? ¿Pereza? ¿Hemos dormido poco porque fuimos tarde a la cama? ¿Hace frío? ¿Qué voy a hacer a estas horas? ¿Despertaré a toda la familia?… Huele a excusas, y lo sabes.
Creando el hábito
Para empezar es muy importante saber que una conducta se convierte en hábito cuando la repites alrededor de 20 ocasiones en un tiempo relativamente corto. Por tanto, cuanto antes llegues a esa cantidad de ocasiones, antes dejará de darte pereza tu conducta. 20 días no es nada para alcanzar ese hito. Mi consejo para esos primeros días es priorizar la repetición, buscando hacer algo que te guste y te motive, procurando que sea lo más parecido de un día para otro. De este modo, consolidamos antes el hábito y nos facilitamos la vida. Varias propuestas al respecto para que te inspires y encuentres la tuya.
- Ir al gimnasio para hacer la primera hora de actividades dirigidas programadas.
- Hacer una clase de spinning virtual en una bicicleta estática en casa.
- Salir a correr en un recorrido alrededor de casa, por un parque o por el barrio cuando todavía no hay demasiados coches en la calle.
- Ir a nadar a la piscina sólo o en un grupo de natación de algún club de triatlón local.
- (Mi preferida en invierno) Hacer los primeros 1000 m. de esquí de travesía en una subida cuando la estación todavía está cerrada.
Puede parecer aburrido hacer siempre lo mismo pero sólo es durante los primeros días, hasta ese punto en que ya nos vayamos a dormir sin ninguna duda que al día siguiente seremos capaces de madrugar para entrenar sin pereza alguna. Es en este momento en que puedes plantearte variar de actividad y compaginar bicicleta, correr, natación, gimnasio,… lo que sea. O incluso, siendo la misma actividad, poder hacer entrenamientos continuos, interválicos, fartlecks,…
Trucos para esquivar la pereza
- Ve a la cama habiendo preparado todo lo que necesitarás al día siguiente para salir a entrenar. Facilítate el trabajo por la noche cuando estás despierto y así por la mañana no tendrás la pequeña resistencia que supone tener que pensar qué harás y qué necesitarás.
- Decide qué entrenamiento harás por la mañana y no le dejes margen a tu cabeza para pensar si harás un deporte u otro, un recorrido determinado o un tipo de entrenamiento continuo o variado. Un plan de entrenamiento es una ayuda inestimable. No hace falta pensar en qué harás. Tienes la certeza que lo que haces es útil para alcanzar el objetivo deportivo que te has planteado.
- Busca tu motivación interna personal para estar entrenando por la mañana temprano. Hay gente que les gusta empezar el día haciendo deporte y viendo la salida del sol por el horizonte. A otros les gusta llegar al trabajo con un nivel de activación superior a la media de los compañeros de oficina. Sentir la barriga vacía habiendo entrenado en ayunas, notar como el día empieza con energía, aprovechar esa pequeña parcela de tiempo para estar con uno mismo, el silencio y la tranquilidad por la mañana cuando la mayoría de gente duerme,… son otras de las pequeñas motivaciones que me cuentan clientes que suelen madrugar para entrenar.
- No seas muy exigente con tus sesiones de entrenamiento a primera hora de la mañana. Un entrenamiento de 10 series de 1000 a 3’30” da pereza a las 6, a las 12, a las 19 y el resto del día. Utiliza este espacio para hacer entrenamientos aeróbicos. Si tienes suerte de poder hacer otra sesión al día, haz lo duro más tarde y si ese no es tu caso, haz las sesiones más intensas el fin de semana, cuando quizás no hace falta madrugar para entrenar.
- Alarga el tiempo de calentamiento. No te apures. Es normal que te sientas raro. Necesitas despertarte, después activarte y finalmente calentar. Puede ser que el tiempo total sea el doble de lo que necesitarías en una hora más normal, pero no te preocupes. Le pasa a todo el mundo e incluso a muchos les duelen las piernas y articulaciones cuando la carga de entrenamiento es importante.
Ventajas globales del entrenamiento matutino
El hecho de salir a entrenar por la mañana y activarte mediante la actividad física genera un nivel de actividad superior, con lo que la productividad se ve incrementada. Esto te permitirá afrontar con mayor vitalidad todas tus actividades y llegar al final del día con un mayor número de tareas bien completadas.
Superar la pereza te va a hacer sentir bien. Incrementarás tus niveles de autoestima que además se verán reforzados por una mejora del estado físico gracias al entrenamiento diario y a la adaptación al metabolismo de las grasas (se suele entrenar en ayunas y esto ayuda a perder peso si seguimos una dieta adecuada, no todo vale).
Tu día a día será más armónico con los ciclos circadianos, yendo más con la luz natural y menos con el entorno artificial en el que muchos están inmersos.
¿A qué esperas para empezar con tus 20 días? Con un objetivo y un plan de entrenamiento quizás es más fácil.